Mover las cachas, toma dos
Siempre me dio gracia la gente que sale a correr, la que entrena, la que paga la cuota mensual del gimnasio, y por si fuera poco, va!!! Ya he hablado alguna vez en este blog de cómo tratar de estar mejor me producía más tribulaciones de orden filosófico que satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero.
Pero ahora, ahora, hoy, cuando volvía del gimnasio (la secuela: el imperio contraataca), extrañamente contenta y sin preocupaciones invadiéndome la cabeza, tuve una epifanía muy acorde con los sentimientos que cruzan todo lo que hago últimamente. A saber: lo que hice siempre, o de a ratos, cuando me venía la voluntad transitoria; eso de cortar con los carbohidratos y almorzar calabaza hasta ponerme naranja, era una estrategia de pura privación. Lo de ahora, esto de apagar la tele y ponerme las calzas, y seguir la coreo sonriendo mientras me repito que si quiero, puedo cambiar todo; esto de sentir placer por tener un cuerpo vivo y ágil, además de comer sano y pedir chop suey en vez de arrolladitos primavera, deja de ser privación, y es acción pura.
Perdón, pero hoy vino Tamara Di Tella a escribirme el blog.
Lo que pasa es que todos sabemos que cuando se cambia el eje, uno se sale de su órbita, pudiendo causar la colisión de universos enteros.
Nadie sabe cómo serán esos mundos que se avecinan.
Yo no puedo esperar para averiguarlo.