La sagrada manía
No soy genial. No tengo pretensiones de serlo. Un genio es un tipo solitario. Todo está en su cabeza, o al menos en los confines de su casa. Pienso en Kant, y la locura de no dormir, el balde de agua que mediante un complejo sistema había ubicado sobre su silla, de modo que si se quedaba dormido y el brazo agotado de plasmar sus ideas en papel finalmente caía, el mecanismo se accionaba empapándolo y obligándolo a retomar la impostergable tarea. Para ser un Kant hay que tener ímpetu, estómago, y un enorme autoconocimiento. Hay que estar prácticamente loco. Einstein por ejemplo no salía de su cuarto cuando se le ocurrían las ideas reveladoras. No hablaba con la mujer, era maltratador y malhumorado como pocos. A gente así me la imagino grandiosa, quieta como un busto de mármol en la plaza de la historia. En mi fantasía hay un foco sobre ellos, una lámpara de lava que ilumina sus escritos, y el resto está oscuro. Más allá de ellos no hay nada.
Aquí escribo mis manías. Delirios inconsistentes, fantásticas elucubraciones que me despierta el viaje cotidiano. Buenos Aires es mi musa, y mis escenarios son los subtes, los colectivos, las calles y sus singulares habitantes. Nada surge de mi cabeza por generación espontánea. Me siento viva, entera, y verdaderamente yo cuando hablo con alguien más. No hay en mí una idea que no haya sido creada por el pulso de otra vida humana.
Entro al blog como quien abre la puerta de un templo. Me saco los zapatos y hasta a veces el sombrero en tanto más me alejo de mi misma y me encuentro con los otros. Las plegarias piden siempre más palabras. Y hasta tengo mi propio mantra: “Estimado lector, se lo ruego, hágame explotar”.
Aquí escribo mis manías. Delirios inconsistentes, fantásticas elucubraciones que me despierta el viaje cotidiano. Buenos Aires es mi musa, y mis escenarios son los subtes, los colectivos, las calles y sus singulares habitantes. Nada surge de mi cabeza por generación espontánea. Me siento viva, entera, y verdaderamente yo cuando hablo con alguien más. No hay en mí una idea que no haya sido creada por el pulso de otra vida humana.
Entro al blog como quien abre la puerta de un templo. Me saco los zapatos y hasta a veces el sombrero en tanto más me alejo de mi misma y me encuentro con los otros. Las plegarias piden siempre más palabras. Y hasta tengo mi propio mantra: “Estimado lector, se lo ruego, hágame explotar”.
Etiquetas: parroquiales
9 Comments:
Sos verdaderamente genial amiga!! Tan transparente, tan pura, tan grafica, tan descriptiva...
es un placer leerte!!
Un lujo de persona!
Ustedes dos viven tirándose flores.
Es como la versión intelectual del comentario fotologuero "ke buena foto hijaa d puta.. te quiero mucho pelotuda!!"
pasé
pasate
(L)
lo breve y bueno...
Lo sobrenatural, la escena humana en su delirio, en sus atroces pantanos me conmueve, me libera y me dejan sin habla esas finas sirenas que se deslizan por un lago entre las sábanas y que saben nadar con los brazos y las piernas, y su respiración es la misma entrega fatal que la del solitario; en esa unión quimérica como un vaivén se mueve lo que no puedo comprender. Es estrangular al deseo. El solitario que se quema con el mundo es igual a los dioses que se queman en los cuerpos.
tanta poesìa, la lleva usted al plano terrenal?
duro!
duro!
duro!
madrugada, colectivo, camisa y vaquero, algo en la mochila, palparse los cigarros y el encendedor en el bolsillo de la camisa, rutina de bares..., taxi hambriento y ...dos plazas: lo primero que se saca es el reloj de (la) muñeca.
A reventar terapeutas!!!
la palabra "vaquero" está re out sailor...
me hace mal leerte
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