El grito de gol
En la cancha, ellos siempre parecen ser más. Sus piernas corren más rápido, sus pases llegan siempre primero, las tácticas de defensa les funcionan todas las veces, y para colmo, las banderas que los alientan son más coloridas y flamean con el impulso de un viento que da vuelta la esquina al encontrarse con las mías.
Ellos son más. Los míos, por el contrario, escasean, dejando huecos en el césped y en la tribuna.
Yo soy hincha de un equipo que el folclore futbolero local ha dado en llamar pecho frío. De esos que, entre correr y quedarse en el molde, prefieren lo segundo; de los que pueden salir últimos casi sin darse cuenta; esos equipos fantasma a los que estar o no estar les da exactamente lo mismo.
No me da vergüenza, no es eso. No siempre se justifica aquello que se ama. Pero no los entiendo. No los comprendo ni un poquito, porque mi equipo y yo somos todo lo contrario. A mí se me va la vida en cada partido. Yo corro hasta desangrarme los pies, aunque no llegue la asistencia, aunque el área parezca estar del otro lado del horizonte, aunque el DT me diga que ya estoy para el cambio, aunque me corten las piernas en cada jugada.
Los otros tocan la redonda como artistas, la toman entre los pies, y la mecen juguetones como quien acuna un bebé que no tuvo que parir con dolor.
Yo erro penales, la pateo derechito al travesaño, y me la roban justo ahí, cuando creía que era mía, que había llegado por fin el momento de festejar. Estoy cansada y transpirada y pienso que ya no puedo, pero siempre sigo jugando. Tantas veces me lesioné creyendo que era el último partido.
Yo tengo la camiseta puesta y estoy lista para la revancha. Pero cuando, desencajada, veo a la pelota entrar en mi arco, y mi dolor se silencia bajo el grito de gol de la tribuna contraria, me pregunto por qué a veces todo parece ser tan fácil para los otros, y para mí, tan difícil.
Ellos son más. Los míos, por el contrario, escasean, dejando huecos en el césped y en la tribuna.
Yo soy hincha de un equipo que el folclore futbolero local ha dado en llamar pecho frío. De esos que, entre correr y quedarse en el molde, prefieren lo segundo; de los que pueden salir últimos casi sin darse cuenta; esos equipos fantasma a los que estar o no estar les da exactamente lo mismo.
No me da vergüenza, no es eso. No siempre se justifica aquello que se ama. Pero no los entiendo. No los comprendo ni un poquito, porque mi equipo y yo somos todo lo contrario. A mí se me va la vida en cada partido. Yo corro hasta desangrarme los pies, aunque no llegue la asistencia, aunque el área parezca estar del otro lado del horizonte, aunque el DT me diga que ya estoy para el cambio, aunque me corten las piernas en cada jugada.
Los otros tocan la redonda como artistas, la toman entre los pies, y la mecen juguetones como quien acuna un bebé que no tuvo que parir con dolor.
Yo erro penales, la pateo derechito al travesaño, y me la roban justo ahí, cuando creía que era mía, que había llegado por fin el momento de festejar. Estoy cansada y transpirada y pienso que ya no puedo, pero siempre sigo jugando. Tantas veces me lesioné creyendo que era el último partido.
Yo tengo la camiseta puesta y estoy lista para la revancha. Pero cuando, desencajada, veo a la pelota entrar en mi arco, y mi dolor se silencia bajo el grito de gol de la tribuna contraria, me pregunto por qué a veces todo parece ser tan fácil para los otros, y para mí, tan difícil.
Etiquetas: yo me amo
9 Comments:
y en el fervor de la jugada, hay quienes no escuchan el silbato que indica que llegó el final y muchas veces nos quedamos jugando solos.
Impecable Lula!
Un beso!
Pero quienes hoy ganan mañana puede que pierdan, vos lo dijiste... la vida, como el fútbol (?), da revancha.
Hola, que tal.
Let´s suck together!!!
Riámonos de lo mal que nos va, de lo mucho que nos cuesta todo. Quejémonos juntas de los goles que nos hacen, burlémonos de los ganadores fáciles, creámonos mejores por no ser asi de pedantes. Formemos equipo con quienes, como nosotras, viven tratando más que pudiendo, armemos un sindicato de cheerleaders del desastre, tal vez auto-alentándonos podamos hacer un gol!!
Besooooooo
Usted a reafirmado mi teoría sobre por que el fútbol es tán popular, por que ese juego de noventa minutos, es una analogia de la vida misma.
Muy buen post
Saludos
siempre en la tecla! yo tmb estoi barajando miles de analogias futboleras..cuando quieras te las comparto.
yo tmb soy de tu equipo y yo tmb estoy harta de dejar tripa y corazon como los cebollitas..y qe con un solo toque, un solo enganche, o una sola gambeta..me metan el gol..y pierda todos los partidos y por goleada
saludos lu!
Lula,
Este humilde lector-espectador la aplaude desde la tribuna y le pide, siga poniendo huevo, garra y corazón, que al final del camino, hay un lugar privilegiado para los luchadores.
Genial analogía futbolera!!!
Quizás lo mejor sea la revancha constante y la posibilidad de volver a salir a la cancha en el próximo partido con las ilusiones renovadas...
saludos, lindo blog!
Genial.
Me encantó...
Siempre es bueno leerte.
Cariños y recuerdos,
Magnífico relato.
Y a seguir jugando, nuestra mejor jugada está siempre por venir.
De nuevo, sobresaliente!
Un saludo.
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