Poesía urbana
"Y es tan ciega la ciudad que no nos vemos..."
Mucho de lo que pasa por este blog está atravesado por la experiencia de vivir en Buenos Aires. Las obsesiones, banalidades, fetiches y minucias de la vida de una chica judía de Caballito en busca de algún tipo de felicidad no son las mismas, supongo, que las que desvelan a una cordobesa evangelista. Y si algo define la experiencia porteña es la particular configuración de su transporte público. Bondis hay en todos lados. Los platenses les dirán micros, pero estar, están. Lo que tenemos en exclusiva los creídos habitantes de esta urbe es el gloriosísimo subterráneo.
Amo el subte. Amo leer la tapa de la Barcelona en el quiosco de revistas mientras espero que venga. Amo el primer y el último vagón, en especial cuando están casi vacíos. Amo estudiar y resaltar (el colectivo se mueve demasiado). Amo el vientito que me vuela el pelo cuando me paro al borde del andén.
Pero lo que más amo es el modo en que el subte lo obliga a uno a ponerse los huevos donde van. Me explico: el bondi circula por fuera. La ciudad es un zoológico y las bestias están sueltas; se pueden ver bichos de todo tipo y por sobre todo hay mucho color. En el subte no. El subte es gris, oscuro, monótono. No podemos hacernos los boludos, o fijar la vista temerosa en la guía T como si buscar la altura de una calle fuera una cuestión de vida o muerte. Jamás te perderías de un gran amor en el subte, porque la escenografía es tan fea que los actores se aferran a la vida mirándose a la cara.
Una vez en el bondi me colgué mirando una abeja. No sé qué hacía ahí adentro el bicho, pero era gigante. Fue un momento mágico. La loca luchaba sin éxito contra la ventana, tratando de escapar. Se daba una y otra vez contra el vidrio; bastante desesperante. Es raro que la belleza se condense en un 55, y yo no soy egoísta con la poesía. Quise compartirlo con alguien, pero me di cuenta de que era la única persona observando el espectáculo. Después una chica arreglada para su trabajo de oficina vio la abeja, se asustó y la espantó con la mano. Banalización del arte, y de vuelta al sopor.
En el subte hace calor. Mucho calor. Obviando la naturaleza material del asunto -el subte es como un animalejo que hiberna durante el invierno (y todo el año es invierno)-, creo que es algo más. Es el calor humano de la interacción.
El bondi es como un tubo. Por unos módicos 80 centavos uno adquiere condición de fluido: entrás por adelante, te vas moviendo lentamente y salís por la puerta de atrás. Es insoportable, pero innegablemente prolijo. Como agua, la gente se acomoda y ocupa todo el espacio disponible. Siempre le estás dando la espalda a alguien. A un chico lindo lo vas a relojear de perfil, o a lo sumo le podrás mirar el culo.
El subte es un bardo. Se entra y se sale por las mismas puertas, lo que implica bocha de toqueteo. Desorden. Pogo. Quedaste face-to-face con un neo-hippie que carga la funda de algún instrumento musical, te querés hacer la interesante y en tus auriculares librados al azar aparece justo un mp3 de Britney. Oops. Igual, qué hermoso es, por dios.
"Y es tan redonda la ciudad que nos caemos..."
En Toronto, Canadá, hay una sola línea de subte, que describe una trayectoria circular. ¿Puede haber más poesía? Me imagino una historia de miradas entre una chica medio punk y un estudiante universitario que lee a Sartre, los dos fascinados con el otro, no se bajan, y el tren sigue su recorrida, y de tanto dilatarla terminan en la estación donde habían subido; él le sonríe a ella, y se bajan.
Soy judía (y de Caballito), pero suelo comprar las estampitas que venden en el subte A. Hace tiempo que llevo conmigo al Gauchito Gil, y aunque no estoy muy segura de su santidad, sí le concedo que es un copado. El otro día venía yo pensando todas estas cosas cuando subió a mi vagón una mujer y me puso en la mano una imagen de Santa Lucía. Me pareció que era una clara señal para que me dejara de joder con la poesía urbana y la cortara un poco con tanta promiscuidad imaginaria. Tiempo de parar de soñar con que algo muy grosso pase en el subte. Le di una moneda y guardé a la Santa en la billetera. Seguí viaje bastante desencantada. Un par de estaciones después me tocaba bajarme y al levantarme, como de costumbre, miré al asiento para no dejarme nada olvidado. Fue ahí cuando vi en el piso la estampita del Gauchito Gil. Qué boluda, se me cayó cuando puse la otra. Bajé a los pedos, se me cerraba la puerta. Abrí la billetera para guardar mi casi perdido amuleto y me sorprendí. La estampita encontrada no era la mía, sino que era igual a la mía. Sonreí. Alta poesía. Guardé las dos estampitas juntas, cara a cara, en el bolsillo secreto de mi billetera, y salí a la calle.
Mucho de lo que pasa por este blog está atravesado por la experiencia de vivir en Buenos Aires. Las obsesiones, banalidades, fetiches y minucias de la vida de una chica judía de Caballito en busca de algún tipo de felicidad no son las mismas, supongo, que las que desvelan a una cordobesa evangelista. Y si algo define la experiencia porteña es la particular configuración de su transporte público. Bondis hay en todos lados. Los platenses les dirán micros, pero estar, están. Lo que tenemos en exclusiva los creídos habitantes de esta urbe es el gloriosísimo subterráneo.
Amo el subte. Amo leer la tapa de la Barcelona en el quiosco de revistas mientras espero que venga. Amo el primer y el último vagón, en especial cuando están casi vacíos. Amo estudiar y resaltar (el colectivo se mueve demasiado). Amo el vientito que me vuela el pelo cuando me paro al borde del andén.
Pero lo que más amo es el modo en que el subte lo obliga a uno a ponerse los huevos donde van. Me explico: el bondi circula por fuera. La ciudad es un zoológico y las bestias están sueltas; se pueden ver bichos de todo tipo y por sobre todo hay mucho color. En el subte no. El subte es gris, oscuro, monótono. No podemos hacernos los boludos, o fijar la vista temerosa en la guía T como si buscar la altura de una calle fuera una cuestión de vida o muerte. Jamás te perderías de un gran amor en el subte, porque la escenografía es tan fea que los actores se aferran a la vida mirándose a la cara.
Una vez en el bondi me colgué mirando una abeja. No sé qué hacía ahí adentro el bicho, pero era gigante. Fue un momento mágico. La loca luchaba sin éxito contra la ventana, tratando de escapar. Se daba una y otra vez contra el vidrio; bastante desesperante. Es raro que la belleza se condense en un 55, y yo no soy egoísta con la poesía. Quise compartirlo con alguien, pero me di cuenta de que era la única persona observando el espectáculo. Después una chica arreglada para su trabajo de oficina vio la abeja, se asustó y la espantó con la mano. Banalización del arte, y de vuelta al sopor.
En el subte hace calor. Mucho calor. Obviando la naturaleza material del asunto -el subte es como un animalejo que hiberna durante el invierno (y todo el año es invierno)-, creo que es algo más. Es el calor humano de la interacción.
El bondi es como un tubo. Por unos módicos 80 centavos uno adquiere condición de fluido: entrás por adelante, te vas moviendo lentamente y salís por la puerta de atrás. Es insoportable, pero innegablemente prolijo. Como agua, la gente se acomoda y ocupa todo el espacio disponible. Siempre le estás dando la espalda a alguien. A un chico lindo lo vas a relojear de perfil, o a lo sumo le podrás mirar el culo.
El subte es un bardo. Se entra y se sale por las mismas puertas, lo que implica bocha de toqueteo. Desorden. Pogo. Quedaste face-to-face con un neo-hippie que carga la funda de algún instrumento musical, te querés hacer la interesante y en tus auriculares librados al azar aparece justo un mp3 de Britney. Oops. Igual, qué hermoso es, por dios.
"Y es tan redonda la ciudad que nos caemos..."
En Toronto, Canadá, hay una sola línea de subte, que describe una trayectoria circular. ¿Puede haber más poesía? Me imagino una historia de miradas entre una chica medio punk y un estudiante universitario que lee a Sartre, los dos fascinados con el otro, no se bajan, y el tren sigue su recorrida, y de tanto dilatarla terminan en la estación donde habían subido; él le sonríe a ella, y se bajan.
Soy judía (y de Caballito), pero suelo comprar las estampitas que venden en el subte A. Hace tiempo que llevo conmigo al Gauchito Gil, y aunque no estoy muy segura de su santidad, sí le concedo que es un copado. El otro día venía yo pensando todas estas cosas cuando subió a mi vagón una mujer y me puso en la mano una imagen de Santa Lucía. Me pareció que era una clara señal para que me dejara de joder con la poesía urbana y la cortara un poco con tanta promiscuidad imaginaria. Tiempo de parar de soñar con que algo muy grosso pase en el subte. Le di una moneda y guardé a la Santa en la billetera. Seguí viaje bastante desencantada. Un par de estaciones después me tocaba bajarme y al levantarme, como de costumbre, miré al asiento para no dejarme nada olvidado. Fue ahí cuando vi en el piso la estampita del Gauchito Gil. Qué boluda, se me cayó cuando puse la otra. Bajé a los pedos, se me cerraba la puerta. Abrí la billetera para guardar mi casi perdido amuleto y me sorprendí. La estampita encontrada no era la mía, sino que era igual a la mía. Sonreí. Alta poesía. Guardé las dos estampitas juntas, cara a cara, en el bolsillo secreto de mi billetera, y salí a la calle.
Etiquetas: buenos aires, transporte público
21 Comments:
La circularidad del transporte público no es joda. Sino, preguntenlé al joven porteño que se tomó el 61 en Constitución, se quedó dormido y se levantó una hora mas tarde, en Constitución. La confusión no hizo más que crecer cuando preguntó dónde tomar el 61 en dirección contraria. -No pibe, te tenés que tomar el 62. Sí, seis, dos. ¿Que parte no entendés?
(Con el tiempo, el joven porteño aprendió que el 61 y el 62 no sólo son circulares -Constitución, Retiro, Facultad de Derecho, Pueyrredón, Once, Consitutción- sino que son la misma línea.
Solo que uno va ---> y el otro vuelve <----
Uff. cuantas cosas.
Lo del 61 y 62 no lo sabía. Sí que es loco.
Subtes.. ahhhh! Cuantas cosas. Uno de mis lugares favoritos en la ciudad es precisamente el primer vagón del subte A mirando el tunel entero y el tren comiendo vías. Que glorioso.
Estoy ansioso por probar la mágica combinación Subte-Flores.
Ambos tienen magia pero no estoy seguro si la cominación dará algo de otro mundo, o una cosa media modernosa onda estación Congreso de Tucuman, que no me cabe para nada.
Yo creo que tendrían que haber seguiro la linea (la onda) y hacerla al estilo del año 20, con pinturas del angel gris, claro.
poder ir a puan en subte... como mínimo inaugurará mundos
cómo serán esos mundos, es la pregunta
luchita
ayer hablaba con marto, henry y una amiga de ellos
como el subte tiene contrastes zarpados
una estacion el malabarista, otro el tipo con bocio que vende curitas. la siguiente el grupo de teatro divertidisimo. despues el nene que canta color esperanza
una melange que se parece mucho a buenos aires en que te pide mas y mas
mangazo urbano
asi somos
pasador anónimo: revélate!
Hace mucho que no paseaba por acá...
Hace mucho también que no pasaba un sábado lluvioso lleyendo algo piola...
Lula... me encantó.
soy ale, hola, ya no puedo firmar con mi nombre-link, no sé qué pasa...
lula, muy bueno. es raro que no hayas mencionado "sable chino". y, es cierto: de lo que buenos aires puede ofrecer, un subte en la semana, a eso de las seis, en invierno, es de lo mejor.
se viene el relato?
lo que sè de seguro es que no me voy de bs as aún porque la urbanidad genera ficción, y la degenera también.
muy bueno lula, saludos,
Ignacio.
Soy un humilde espia de tu blog. Me gusta tanto lo q escribis, q hasta me anime a abrir mi propio. Creo que si pudiste activar esa chispa en otra persona... lo lograste... las manias de lula tuvo sentido.
Son esas cosas que estan en el nick del otro... esa misma persona q nunca hablas, pero q siempre lo vez conectarse, una y otra vez... y ves lo q pone en su nick... q te preguntas "a q vino eso?" o reconoces la cancion a la q hace alusion y te sentis identificado... pero q no le das bola. Y hasta cuando tas completamente aburrido, te conectas y ves a toda esa q esta online y decis "ufa! no hay nadie" ja... bueno, pero hay algo q me quedo... esa direccion de blog. Ese universo q no podia dejar de explorar. Las manias de lula... un placer leer caballito con tanta magia... y una mirada tan particular. Es fascinante ver los detalles de las cosas q nadie ve... es como un tesoro... esa senciblidad es un regalo!
saludos lula, desde aca, un servidor q conociste hace años en algun bolichon de palermo, bailando en una tarima... minorias si las hay!
Nose como arrancar esto.. porque la verdad se complica trasmitir lo que me pasa cuando leo esto... me parece un poco triste tus reiteradas aclaraciones sobre tu religion.. no sera que te autodiscrimas???!!.. otro dato... toronto tiene 4 lineas de subte.. y una es un semi circulo... la verdad genera tristeza la sobre necesidad de demostrar conocimientos..me parece que en mi barrio se llama Snob nose si en caballito sera asi.. bueno me despido .. me encantaria decirte quier soy pero afecto a personas cercanas...FIJATE SI PODES SALIR A LA CALLE SIN SENTIRTE DISTINTA(egocentrismo??).. porque sos tan boluda como todos...
un gusto lula.. aprende un poco de reglas de vida en sociedad.. porque mucho kant,nietzsche,foucault .. mucha cultura pero para caerle bien a un grupo de personas se complica tanto tanto.. parece q esa materia en el jardin no la cursaste..termino con una frase de una amiga.. sos una pelotuda con ruedas..
Al anónimo:
Vos me parece que nunca leíste los autores citados tampoco porque sos un humilde vulgar e irreverente sin altura. Yo no defiendo a Lula lo que defiendo es la buena onda que hace divertirme a mi y a otros. Te tomás las cosas muy en serio, mujer o varòn, según seas.
Se comenta con altura, petit.
Saludos a la comunidad. Sigamos.
Ignacio.
al anónimo, ese anónimo:
poco me importan los subtes de toronto
sí me importa ficcionalizar la realidad, para tratar de que aflore todo lo hermoso y lo terrible que la habita
poco me importan kant y foucault
sí me importa lo que me producen y lo que podrían producirte
me importa caerle bien a ciertas personas
nada me importa caerle bien a personas como vos
poco me importan las reglas de la vida en tu sociedad
sí me importa salir a la calle y sentirme diferente, sentir que en la masa pedorra de agresión y pelotudeo no pierdo mi punto de vista particular
y sí me da mucha pena que vos no puedas hacerlo
el gusto es mío...
lula
Felicidad
miedo
aburrimiento
apuro
unos ojos
ocupaciones
basilicas
plantas centrales
parcial
hambre
esos ojos
curiosidad
atracción
conexión
deseo
mail
magia.
-----------------------------------
Hacía mucho no pasaba por aca y que mejor retorno que este post.
Te quiero mucho che.
cómo estamos con los anónimos...
cómo estamos con el amor y el odio
las emociones fuertes son lo mío, evidentemente
¿qué sucede?
¿acaso el anonimato nos violenta o nos transforma en poetas cibernéticos?
Que loco... en el blog del que yo participo también pasa... l@s anónim@s se desatan...
Insultan, escupen, gritan y dan el portazo sin interesarles las respuestas que puedan surgir de sus críticas, válidas... muy válidas, pero a veces descongadas o simplemente... violentas per sé.
Y por otro lado el/la otr@ anónim@ que poné su poesía y no la firma... comparte con todos algo de su producción, que puede o no gustarnos, pero hasta ahí... todo hasta ahí.
Ojo... prefiero las poesías eeeeh
saludos
¿qué sucede?
¿acaso el anonimato nos violenta o nos transforma en poetas cibernéticos?
Que loco... en el blog del que yo participo también pasa... l@s anónim@s se desatan...
Insultan, escupen, gritan y dan el portazo sin interesarles las respuestas que puedan surgir de sus críticas, válidas... muy válidas, pero a veces descongadas o simplemente... violentas per sé.
Y por otro lado el/la otr@ anónim@ que poné su poesía y no la firma... comparte con todos algo de su producción, que puede o no gustarnos, pero hasta ahí... todo hasta ahí.
Ojo... prefiero las poesías eeeeh
saludos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
yo no soy un anónimo
soy EL anonimo
por mas que otros se atrevan a imitarme
por cierto, no es una poesía, es simplemente una sucesión de pensamientos y sensaciones que permití robarle al tiempo y al espacio que pasaron, nada mas (ni nada menos)
ah
que tal este poemita:
Era el mundo Yupanqui,
Una carretilla de emoliente al paso,
En cuyo barrio se despachaba
Pacos y tamales embolsados.
Aquí giraba la juerga.
Aquí todos tenían la chela.
Era una fabrica de polladas.
Era una fabrica de palabras.
Sembrar para culpar,
Enfriar para matar,
Chuzear para cortar.
Hay un código de etica.
No se chorea a la cuadra,
No se puntea a la vecina
Y no se gilea a las primas.
Era una Academia Lexicográfica,
Con la guincha se media la labia.
Por las noches era el combo,
Nadie se perdía el higadito.
Era la quinta de los rejinos.
Encontrabas patas, yuntas, chocheras,
Siempre te hacían la taba.
Las paredes de las jatos se caían,
Pero nunca la morfología y la fonología.
La gente se movía de aquí pa' allá,
Los favores se pedían con una ya pe',
Nadies se quedaba.
Todo era bien bien paja,
Todo pendejo era pajero
Y siempre comentaban de sus pajazos.
Dona Elvira era la tía veneno,
Guardaba el aguardiente para los secos.
Francisco era el salchipapero,
Claudio el periodiquero,
El cachaco Pérez, nuestro tombo.
Su lema siempre era:
Aquí no pasa nada.
Y aunque Dona Joba nos maleteaba,
Era la llave para el chongazo,
Sus gritos vacilaban,
Sus amenazas no faltaban.
Con todos ellos tuve una vida,
Con esa labia tuve un mundo.
Graxx
muy bueno... recuerdo la felicidad que me produjo encontrar poesias en el subte... lastima que eran del gobierno de macri.
viste la peli moebius?
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