Alteridad y lenguaje
En una casa hay una habitación. El personaje está dentro de ella. No está encerrado. Se metió solito. La va recorriendo, descubriendo qué hay detrás de esas formas difusas que pudo distinguir al entrar.
Las habitaciones vacías no existen: los rincones guardan secretos. El personaje no quiere compartir con nadie esos misterios y no deja que nadie ingrese a la habitación.
No fuma, no lee, no trabaja, no mira televisión. No hay corazas. No hay quien lo observe, no hay hacer para evadirse del ser. Una presencia que es pura alteridad no puede acotarse de ningún modo, no hay remaches que la aten al mundo conocido.
El personaje se siente liviano. Naturalmente, no puede poner en palabras esa liviandad. Sus recuerdos, bases más íntimas de su lenguaje, han comenzado a esfumarse.
El personaje nota, asustado, que sus pies se ven borrosos. Esta sensación le desagrada y le fascina a la vez. Lentamente todo su cuerpo se hace invisible a sus ojos, hasta que el mismo sentido de la vista escapa a las posibilidades de su consciencia. De un momento a otro, es un simio, un reptil, un insecto, una ameba, una célula, un átomo de carbono que los seres engullen y vomitan vagando eternamente por los confines del universo.
El personaje desaparece.
Del otro lado de la habitación, el narrador cierra el puño y toca la puerta.
Las habitaciones vacías no existen: los rincones guardan secretos. El personaje no quiere compartir con nadie esos misterios y no deja que nadie ingrese a la habitación.
No fuma, no lee, no trabaja, no mira televisión. No hay corazas. No hay quien lo observe, no hay hacer para evadirse del ser. Una presencia que es pura alteridad no puede acotarse de ningún modo, no hay remaches que la aten al mundo conocido.
El personaje se siente liviano. Naturalmente, no puede poner en palabras esa liviandad. Sus recuerdos, bases más íntimas de su lenguaje, han comenzado a esfumarse.
El personaje nota, asustado, que sus pies se ven borrosos. Esta sensación le desagrada y le fascina a la vez. Lentamente todo su cuerpo se hace invisible a sus ojos, hasta que el mismo sentido de la vista escapa a las posibilidades de su consciencia. De un momento a otro, es un simio, un reptil, un insecto, una ameba, una célula, un átomo de carbono que los seres engullen y vomitan vagando eternamente por los confines del universo.
El personaje desaparece.
Del otro lado de la habitación, el narrador cierra el puño y toca la puerta.
7 Comments:
fuerte, estas muy fuerte lula, en todos los sentidos, se me ocurren por lo menos tres...
lo importante es que nos bancamos, vos, yo y un par de personas mas, el resto se verá (eso en alusion a los comentarios del post anterior de un tal "anonimo", que en este caso creo que vendria a ser el segundo)
Buenas vibras y amor
Im presionante
¡Mierda!
No te tenía tan...
yo
Pero mucho mejor obvio.
Y más linda (más obvio).
Beso.
la gata flora ronronea y dice: "extraño a sailor"...
paso el tiempo y me sigue gustando como escribis
y pensar que alguna vez soñamos con cerrar tantos puños juntas y con perseguir, descubrir, hacer aparecer y desaparecer a tantos personajes
en fin... pasare más seguido
un beso grande
cómo se extraña todo lo que queda suspendido, amorfo, abstracto; queda solo, como todos.
con el descuido de la sensibilidad ¡por qué tantas paredes!
(inspiración traída por el cuento y el extrañamiento)
Lulaaa... amiga! Hace mucho que no pasaba... que lindo verla, aunque fuera tan breve.
Muchos saludos.
Publicar un comentario
<< Home