domingo, septiembre 28, 2008

¿Por qué será...

...que los Romeos sólo quieren ser Robertos, y los Robertos se pasean por ahí con aspiraciones de Romeo?

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lunes, septiembre 01, 2008

Las preguntas, las respuestas

Vos, decime vos, lector, anónimo o manifiesto, conocido o ignoto, persona o espectro, decime, decime la verdad, vos no contestaste alguna vez, fantaseando como un tonto, tu propio Mini-repo del Clarín Espectáculos? No te acariciaste la pera y frunciste el ceño simulando que el periodista de Viva se fascinaba con la originalidad de tus respuestas al Cuestionario Proust? Hiciste tu recopilación para el Lo que sé del Radar? Elegiste para Noticias un vino, un perfume?

Una chica debería -dicen los manuales de estilo, las damas de sociedad que enseñan protocolo y ceremonial, y el conocimiento empírico de quienes ostentan (puaj por el verbo) un novio lindo, limpio, trajeado y educado- preferir las rosas amarillas, los jazmines, las calas, quién sabe, alguna cosa blanca, o clara, con olor a perfección y a desayuno fresco en una casa que siempre tiene flores nuevas y café de máquina y el pan de hoy, y una mucama con uniforme que te traiga todo eso y encima una sonrisa.

Pero mi cactus es una planta obstinada. Todo lo guarda. El sol y el agua. Le alcanza con poco, no porque necesite poco, sino porque atrapa cada rayo de luz, no lo deja ir, lo toma, lo envuelve, lo potencia.
Mi cactus quiere el mundo entero, no sus fracciones evasivas. Quiere crecer amplio y verde en el oasis, no en el desierto. Pero sabe que la naturaleza conoce su resistencia, y le deja la aridez a él y sólo a él, no porque la merezca, sino porque es el único que puede soportarla.
Mi cactus se enoja con el mundo. ¿Por qué esa mezquindad? ¿Por qué el incesante capricho por la aritmética de lo escaso?
Pero entonces recuerda que hasta las almas más espinosas merecen sus dioses, y se atreve a pedir un recreo, un suspiro de sorpresa, un regalo. Cuando llueve, es porque mi cactus es escuchado. Llueve para que él pueda darse el lujo de derramar algunas lágrimas, y perder esa agua que le es tan esquiva.

Uf. Cagué. No me preguntan qué planta prefiero. No me lo preguntan.
¿Cuáles son sus heroínas en la ficción? Ma si, yo digo Mafalda. Que de Susanitas esta tierra ya está superpoblada.