jueves, mayo 28, 2009

Postal de la crisis

Hoy me emocioné por tener el monotributo al día, o sea que aparte de burguesa y precarizada, soy una boluda

Etiquetas: ,

jueves, mayo 21, 2009

Borrón y cuenta vieja

Me acuerdo cuando empecé séptimo grado en un nuevo colegio. Tenía ganas de otros aires y muchas fantasías esperando por contrastarse con la realidad. Pero por sobre todo tenía la certeza de que lo que me estaba dando la vida era una preciada oportunidad, la carta blanca para reinventarme y aparecer como una diva ante mis flamantes compañeros, con ropa más copada, una personalidad más encantadora y un apodo instaladísimo que me quedara mejor que mi nombre dicho a secas, perdido entre tantos otros nombres en la lista de mi escuela primaria.

Pero la mala noticia me la dio mi ortodoncista: mi dentadura no había reaccionado a los aparatos fijos como lo habíamos esperado, así que iba a tener que dejarme la boca de Robocop durante medio año más. ¡La tragedia! Vi cómo mis planes de ser una versión 2.0 de mi misma se derrumbaban ahí mismo.
A ese primer indicio lo siguieron muchos otros, y entonces me entregué a la certeza de que la historia –cómo toda esa ropa nueva que hasta hacía un rato me había parecido interesante e innovadora– no iba a hacer más que repetirse. Yo venía de una experiencia bastante poco feliz: era varonera, no demasiado femenina y menos diplomática todavía, de manera que las nenas de mi grado me ignoraban convenientemente, mientras que a los varones el cariño genuino que me tenían les quedaba nublado bajo el tremendo pavor de vincularse con una chica con bastantes inquietudes y un incipiente par de tetas. Una primaria de soledad, en fin, que se nutrió de mis manías originales y engendró muchas nuevas, dibujando un historial reproducido hasta el infinito de relaciones problemáticas con los grupos. Probablemente porque fuera una inadaptada, o una inconformista, o simplemente una pendeja insoportable, pero la verdad es que los hechos estaban bien claros, y me revelaban que dónde quisiera que fuera, yo seguiría siendo yo.

Ni en la isla de Lost los fugitivos dejan de escapar, los estafadores de engañar, los cirujanos terminan con su complejo de salvador, ni los torturadores dejan de provocar dolor a sus circunstanciales víctimas. Y esto ocurre porque la tabula rasa es una idea ficticia, que no existe ni ayuda, una mentira que nos decimos a nosotros mismos y les contamos a los demás para creernos el mito del progreso e intentar salir de este delicioso y poético infierno circular que es la propia vida.
Somos, en cambio, un libro lleno de páginas escritas; somos el resultado de nuestra historia. Somos, por sobre todo, autoreferenciales y soñadores ilusos que cometen una y otra vez los mismos errores, pero como adorables estúpidos siguen intentando luchar contra los molinos de viento de su propia existencia.
Estamos empeñados en hacer el borrón, pero la cuenta es siempre vieja.

Escapate todo lo lejos que quieras, pero vas a llevarte a vos mismo en tu mochila. Y entonces el marido que te engaña, te va a seguir cagando, aunque su nueva amante sea pelirroja en vez de morocha; la amiga que habla por atrás dejará de criticarte el culo y se despachará con tu vestido; tu hijo vago lavará la pila de platos, pero dejará toda la grasa pegada; y en tu nueva relación cometerás los mismos errores de la última, como juraste y perjuraste que no te iba a volver a pasar.

Qué se le va a hacer. Acá estamos, somos esto, desde acá trabajamos. Alguien dijo alguna vez que lo que llamamos estilo es la suma de los defectos. Será cuestión de aceptar (que no es lo mismo que resignarse) y dejar de intentar cambiarlo todo.
En lugar de eso, cambiar algo, quedarnos con lo otro, sonreír con brackets, amar con miedo, vincularnos con manías, coger con celulitis. Es eso: no cambiar todo, sino mostrarnos al mundo con todo lo que tenemos, lo terrible y lo hermoso, en fin: lo nuestro.

Etiquetas: , ,

miércoles, mayo 13, 2009

En mi manual...

...el día no cambia a las 12 de la noche, sino cuando me voy a dormir.



* Vieron que a esto que yo llamo "haikus", ahora la gente copada le dice "microblogging"? (Plis, el día que me haga una cuenta de twitter, excomúlguenme)

Etiquetas: , ,

sábado, mayo 09, 2009

La elección

La historia empieza más o menos así: estás en la primaria, en clase de educación física. El profe, un simpático animalito de cuerpo torneado, sonrisa dibujada y el concepto pedagógico de un primate, dice que hoy van a jugar un deporte x (pongámosle, pinguibol) y que Pablito y Marianita van a elegir los compañeros para armar los equipos. Está claro que vos no sos ni el uno ni la otra (los datos relevados en forma empírica luego de largos años de exclusiones y poca inteligencia social así me lo indican... y además, vamos, a quién querés engañar, estás leyendo este blog!) así que te dedicás lisa y llanamente a esperar. Durante todo el rato que dura la tortura implorás escuchar el sonido de tu nombre siendo pronunciado por las voces certeras de ellos, los temerarios capitanes, y musitando bajito le pedís a algún diosito de confianza "que no me elijan último, que no me elijan último, que no me elijan último...".

Lo que se sucede más luego no es ni más ni menos que una réplica cruel y deforme de aquella situación iniciática, porque tal como lo dijo Marx, la historia se repite, primero como tragedia y luego como comedia. Con la primaria ya en el más tierno olvido, te pasás el resto de tu vida esperando por las decisiones de los otros. Pendiente, expectante, con el culito fruncido y comiéndote las uñas, a ver si llega ese mail, ese mensaje, si suena ese llamado, si te seleccionan para un trabajo, quedás en un casting, o si tu mamá te quiere. Si el chongo que te gusta te mira a vos o a tu amiga, si el que te dio bola va a quedarse con la llave de tu corazón o con la putita de la ex, si tu novio va al cine con vos o a la cancha con los amigos, si el que se acuesta todas las noches del otro lado de tu cama prefiere hacerte el amor o dormir la siesta.
Esperar, casi toda nuestra existencia es esperar, pero no por el Mesías -que aunque sea algo de poético tiene- sino por toda una serie de ocurrencias terrenales mediadas siempre, pero siempre, por lo que quieren los demás.
Y en ese baile se pasa la vida, mientras vos, inmóvil, seguís siendo ese pre-púber que pide que porfi lo nombren mejor compañero, abanderado, empleado del mes, gerente general o Miss Mundo, alma gemela, amor de mi vida, futuro padre o madre para los hijos de la persona amada, y entonces los declaro marido y mujer.

El que espera y desespera se olvida, pobre, de que antes y después de cualquier decisión de otro, hay siempre una elección propia, enraizada en el devenir de nuestra historia con la firmeza de un árbol viejo y sabio. El que vive como una boya en altamar, pendiente solo de faros ajenos que la enceguecen con su luz esquiva, no se acuerda de que ahora, ya parados muy lejos del patio de la escuela primaria, somos los capitanes, los jugadores y los dueños de la pelota. Este, mis amigos, es nuestro partido. Y los que desde chicos jugamos al pinguibol, pasión de multitudes si las hay, sabemos que la mejor defensa es un buen ataque, que para ganar hay que hacer goles, y que para eso hay que salir a buscar siempre, pase lo que pase, el arco contrario.

Etiquetas: , ,